
El humorista Nito Artaza encabeza este verano junto a su pareja Cecilia Milone, el espectáculo «Los 80 están de vuelta«, en su vuelta al Teatro Astral de Mar de Plata, con una propuesta que reúne géneros como la revista, la comedia y el musical para traer al presente a algunos de los protagonistas de «una época muy creativa» y trazar un paralelismo entre la «esperanza» de la recuperación democrática y el fin de la pandemia.
Para sorpresa de sus colaboradores y sorteando la fama que lo persigue, el comediante y productor teatral se hace presente con absoluta puntualidad en el cruce de esquinas entre las avenidas Colón y Peralta Ramos, camina dos metros, se saca algunas fotos, mientras todavía luce transpirada la camiseta de entrenamiento del club de sus amores.
Es que, después de tantos de ir y venir a Mar del Plata, Artaza todavía conserva algunas «costumbres» veraniegas como el «fulbito» de los miércoles, un ritual que mantiene desde hace 25 años, siempre cerca del área y con la estampa de un nueve goleador, asegura.
«Juego de nueve, hoy metí dos goles, porque me dan todas las pelotas a mí. Cuando estoy en Buenos Aires, juego los lunes en River antes del equipo senior, pero mi verdadera cábala para la temporada es un poco de amor antes de cada estreno. Con Cecilia tenemos nuestras cábalas. También una que es religiosa: los dos somos muy devotos de la Vírgen de Lourdes», añadió Artaza en charla con Télam.

Del mismo modo, repite año tras año sus visitas a la cárcel de Batán y otras acciones solidarias en la zona, cada vez que llega para sumar una nueva obra a la decena de proyectos teatrales que acumula en su historial.
Entrevista
Télam: ¿Cómo fue decantando la idea de centrar la obra en la década de los ochenta?
Nito Artaza: Estábamos en cuarentena con Cecilia y empezamos a pensar el espectáculo, y siempre caíamos en referencias de cosas que pasaron en aquellos años. Por ejemplo, el Mundial del 86, la música de Michael Jackson y Abba, películas como «ET», «Volver al Futuro», «Indiana Jones». Nos prendimos mucho con «Karate Kid» y ahora nos vimos toda la versión de «Cobra Kai». Los ochentas fueron una época de mucha tendencia y muy creativa, mucho más que los noventas, que fueron otra cosa. La música nacional tuvo lógicamente su expresión a través del rock nacional, de Charly García y otros monstruos. También con Marilina Ross, Sandra Mihanovich y Miguel Mateos, por el que la gente se pone de pie y baila cuando cantamos «Tirá para arriba». También hacemos mención a programas como «Domingos para la Juventud» y «Matrimonios y algo más», las películas de Olmedo y Porcel, y a «Esperando la Carroza», donde hago una recreación de Mamá Cora. Digo recreación, porque Antonio (Gasalla) es inimitable. Está Susana Giménez que la hace Cecilia. Hacemos un paralelismo entre lo que pasa hoy y lo que pasaba en aquellos años: Argentina venía de la Guerra de Malvinas y la dictadura y finalmente pasaba a la democracia para siempre, en cambio ahora venimos de una pandemia mundial, con millones de muertos y momentos oscuros, y volvemos a llenarnos de esperanza por salir adelante. También nos gustan mucho los temas de esa década, que a mí me dio dos hijos: Sabrina y Juan Manuel.
Artaza: «Tuve miedo de que la gente no volviera más al teatro»
El humorista y productor teatral Nito Artaza, con más de una veintena de producciones teatrales en su largo recorrido por la comedia popular, compartió con Télam su alivio por el repunte en la venta de entradas de los últimos días y felicitó a sus colegas por el esfuerzo de sostenerse en cartelera.
Luego de haber sorteado el coronavirus, del que ya está completamente recuperado al igual que su pareja Cecilia Milone y otros integrantes del elenco que estuvieron afectados, Artaza retomó sus funciones en el Teatro Astral donde tantos éxitos supo coronar en su carrera.
Télam: ¿Cuál es tu balance hasta ahora sobre el desarrollo de la temporada teatral en Mar del Plata?
Nito Artaza: Hice la temporada anterior también en pandemia y en esta veo que hay un avance. Todos los espectáculos habían arrancado muy bien, pero cuando la suba de contagios llegó a los 150.000 casos diarios, se notó en las entradas. Teníamos muchas vendidas con anterioridad y de esas entradas hubo casi un 50 por ciento que no vinieron. Nos decían las asociaciones (de jubilados) y los sindicatos que la mitad estaba contagiada y el resto estaba aislado. Por suerte, se produjo un freno, y desde el martes, empezamos a pasar las 200 personas por función. Cuando volvimos después de parar diez días por nuestros contagios, cortamos apenas 18 tickets. Eso me produjo miedo, porque pensé que la gente no iba a volver más al teatro. Sin embargo, paulatinamente fue subiendo.
T: Siempre decís que se aprende tanto de los éxitos como de los fracasos ¿Qué enseñanza te deja esta temporada marcada por la pandemia?
NA: En todos estos años aprendí que a una temporada hay que venir amortizados, con entradas vendidas con anterioridad y auspiciantes. Es por eso que deberíamos tener a nivel nacional una Ley de Mecenazgo para que las empresas puedan desgravar impuestos para financiar el arte plástico y el teatro. Aprendí que en Argentina o te embroma el dólar o la gente se va al exterior, cosa que no ocurrió en este caso, o se produce una crisis, un corralito. Por eso vengo amortizado, aunque en este caso dejé la producción en manos de Emiliano Bacchi (hijo del fallecido productor teatral Carlos Bacchi), entonces estoy más descontracturado con eso. Y Cecilia hace la dirección del espectáculo. Nos reíamos porque la temporada parece ahora haber arrancado como al principio. Yo por eso felicito a los que con poca gente igual hacen lo que hacen, o a los que hacen un esfuerzo enorme para su edad como Luis Brandoni, con quien puedo tener mis diferencias políticas, pero por el que me saco el sombrero porque es un actor extraordinario que pone la cara en el medio de la pandemia haciendo teatro, al igual que otros.
T: ¿Cómo te llevás con la mirada de la cultura de la cancelación y el revisionismo que se hace sobre algunas de las producciones a las que les rendís tributo? ¿Tuviste que adecuarte de alguna manera para traer estos ochentas a los tiempos que corren?
NA: Nosotros aclaramos en el espectáculo que si yo hago un chiste cuando hago el recuerdo del Manosanta (Alberto Olmedo) que esto hoy no se podría hacer. Pero yo creo que avanzamos mucho; ya en la época en la que hacíamos humor con (Miguel Ángel) Cherutti en la década de los noventa que empezamos a trabajar juntos cuidábamos el tema de la mujer. Para nosotros, tenían que cantar, bailar y actuar. Tuvimos a Eleonora Cassano como coreógrafa y a Reina Reech que nos hizo todo un cambio muy importante en lo coreográfico. Y también a Flavio Mendoza que estuvo como seis años con nosotros. Y la mujer tenía un valor que antes no tenía en ese tipo de shows. Nosotros nos dimos cuenta que debíamos modernizarlo a los tiempos que corrían y que no podíamos utilizar el cuerpo de la mujer nada más que para hacer un chiste como era antes. Si se quiere, en la revista era un poco ingenuo, pero sí, eran chistes, y ahora creo que en eso avanzamos mucho. Y los hombres siempre tenemos que pedir perdón por lo que ocurrió con la mujer. Yo lo digo constantemente. Avanzamos porque hoy con los chistes arriba del escenario no podés pasarte de la raya. Uno quiere seguir seduciendo en la vida, seguir teniendo una relación. Los jóvenes deben tener relaciones personales constantes. Hoy el mundo está muy individual como para separarnos más. Tienen que poder sentir, porque no hay nada mejor que el sentir del amor y del sexo. Me parece que tampoco hay que pasarse de la raya: siempre hay que esperar el «sí» y el «no». Y cuando te dicen «no», regalar un chocolate y mandar una flor. Es lo que le digo a mis hijos por lo menos.
T: Hay otro cuadro muy especial que está dedicado a Diego Maradona con el recuerdo del Mundial del 86 ¿Cómo te impactó su muerte?
NA: Tengo montones de anécdotas con Diego. Fui una vez al Carnaval de Corrientes y me agarró, me abrazó y me dijo dos veces «por vos yo hago cualquier cosa, porque vos hiciste mucho por mí, Nito». Yo supongo que debe haber sido por toda aquella lucha que hicimos junto a los ahorristas. Pero después que murió, que me dolió muchísimo, porque lo adorábamos, empecé a recordar, a encontrar fotos y resulta que había venido como ocho veces a ver nuestros espectáculos. Se mataba de risa acá en Mar del Plata y en Buenos aires. Y cada vez que venía era un acontecimiento. Fuimos a despedirlo cuando murió, porque lo sentimos y lo lloramos mucho porque es parte de nuestras vidas. Voy a caer en un lugar común, pero es cierto que a mí no me importa lo que hizo con la suya sino lo que hizo con la nuestra. Jamás voy a olvidar esa felicidad. Y desde el punto de vista político, porque muchos hablan de él como un gran jugador que no puede opinar de política, quiero recordar que Diego no estuvo al lado de George Bush. Estuvo al lado de América Latina, de su propia identidad. Nunca al lado de los imperios. Por eso también lo aplaudo casi tanto como lo que fue como jugador. Porque, como dijo Alejandro Dolina, él cómodamente pudo haber estado del lado de los poderosos, sin embargo, eligió estar del otro lado.
Artaza y su recuerdo del estallido de 2001 que lo metió en la política
Con el vigésimo aniversario del estallido de 2001 todavía fresco, el humorista y ex senador nacional Nito Artaza compartió con Télam su recuerdo sobre aquellos días de diciembre cuando, haciendo temporada en Mar del Plata, comenzó su acercamiento con las protestas de los ahorristas locales, convirtiéndose luego en un abanderado y una referencia nacional de esa lucha.
Radical de toda la vida, cada verano hace equilibrio entre la política y el mundo del espectáculo, aunque sin eludir su compromiso con el destino del país: ‘Los 80s están de vuelta’ marca su regreso a las imitaciones políticas y se ofrece como una invitación a la «esperanza» a partir de trazar un paralelismo entre la recuperación democrática y el fin de la pandemia de coronavirus.
«Yo fui como un poco un amplificador de lo que le pasaba a millones de argentinos. Estaba trabajando acá en Mar del Plata y veía a los grupos de ahorristas y los acompañaba. Pero cuando yo empecé a organizar las marchas fue cuando se cambió la esencia de la moneda, es decir lo que era dólar pasaba a ser bonos del Estado, algo exigido por el Fondo Monetario Internacional que pedía que toda esa deuda de los bancos pasara a ser bonos y que el Estado se haga cargo de sus deudas», sostuvo.
Télam: La obra marca también tu regreso a las imitaciones políticas. ¿Cómo fue volver a ponerte en la piel de Raúl Alfonsín?
Nito Artaza: Abrimos con Alfonsín y con la canción «Pensé que se trataba de cieguitos» de Los Twist, como una señal de lo que pasó. Después se escuchan estampidas, decimos ‘Nunca más’ y entra en escena Don Raúl. Arrancamos fuerte. A mí me emociona mucho hacerlo cada vez que me pongo la máscara. Él siempre me preguntaba «¿pero yo digo tantas veces ‘estoy persuadido’ y ‘desde luego’?» Tenía un buen sentido del humor, pero también me tiraba. «Usted debe ser radical porque perdió varias internas y entonces se sigue quedando». Y también me marcaba «lo que pasa es que un día lo veo con (Juan Carlos) Blumberg y al otro día con (Raúl) Castells ¿dónde está parado usted?». Otra vez que fui a verlo, le llevé un regalo, un plato con una inscripción, me atendió en pantuflas y hablamos bastante. «¿Sabe lo que tiene que hacer usted? No se olvide nunca: cuando está colegiada la cosa en un partido es como un colectivo, pero nunca un colectivo amarillo», me dijo. Se ve que ya en ese momento veía que el colectivo iba a ser amarillo como el PRO. Y después de un cuadro muy emocionante que hace Cecilia, aparece Menem. Se escucha su voz que dice «esperen que falto yo, llegué en el 89, dije síganme pero no les dije a dónde mierda los iba a llevar». A mí me pasó que estuve toda la vida imitándolo y después lo tuve sentado al lado en el Senado. Y él me tocaba y me decía: «¿seguís viviendo de mí vos?». Me ha invitado varias veces a tomar café, whisky y qué se yo. No puedo negar que he tenido una buena relación con él, pero le discutía sus políticas en los 90’s. «Si hice mal o bien, no sé, pero vos viviste de mí», me contestaba. Y era cierto.
T: ¿Cómo conviven hoy tu actividad teatral con la del dirigente político?
NA: Hasta que el radicalismo decidió lo que decidió en Gualeguaychú (acompañar la alianza con el PRO que llevaba de candidato presidencial a Mauricio Macri), yo voté hasta el último momento dentro del bloque de la UCR siendo senador. Tengo el honor de haber presentado 300 proyectos y algunos son ley como el anticipo del aguinaldo antes del 25 de diciembre para seis millones de trabajadores, las cuentas sueldo gratuitas y terminar con los descuentos por el uso de las tarjetas de débito. Fue mi venganza contra los bancos que se llevaban 900 millones de dólares. Hoy estoy dentro del Frente Renovador, porque después de Gualeguaychú busqué otro camino, porque no entiendo qué hace el radicalismo con el PRO. Es inexplicable hasta el día de hoy. Me acuerdo que un día vino Ernesto Sanz a una reunión con los ocho senadores radicales y nos dijo «muchachos, hay que desandar el camino de UNEN, porque el círculo rojo quiere que el candidato sea Mauricio Macri». Pero eso a mí no me cerró por ningún lado.
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