
Para quienes llegamos a la obra de Spinetta ya avanzada, Gloria Guerrero fue una suerte de exégeta involuntaria del Flaco. Si la música y las letras de Luis irradiaban universos prolíficos sin necesidad de explicación alguna, los artículos de Gloria ¬sumaban un bienvenido contexto al abigarrado bosque spinetteano que brotaba de sus canciones.
A “la Guerrero” los lectores le debemos –junto con lo mucho que plasmó en sus tres libros, en Humor, en La Mano, en Rolling Stone, en Página/12, en Rock & Pop, entre otros soportes– el plano detalle a la cosmovisión de un músico fundacional con recovecos luminosos.
Gloria, siempre testimonial y genuina, tuvo en este aniversario la generosidad de compartir con Télam el recuerdo de un acontecimiento personal que la involucra con el día en que murió Luis Alberto.
«Tenés que escribir»
“Después de dos días sin luz en mi departamento, decidí ir a cenar y a dormir en lo de mamá, sin wifi ni computadora. Apenas llegué, me llamó al celular Roque Casciero, editor de Página, para contarme que había muerto Luis. Recuerdo vagamente que me tiré en un rincón a llorar mientras oía a Roque, que me decía ‘tenés que escribir’. Le expliqué que no estaba en condiciones; que ni siquiera tenía una pc conmigo, y él insistía.
Así de triste y sin mucha perspectiva, bajé a la calle, me fui a un locutorio que por entonces estaba en Rivadavia y Colombres, pedí una computadora con conexión y me senté durante quince minutos. Escribí casi de corrido. Ni siquiera cumplí con la extensión pautada. Pero, rodeada de gente extraña y de tanto ruido, a las nueve de la noche, lejos de mi casa, en un momento y lugar tan hostiles, planté de un tirón lo que me vino a la cabeza. Y lo mandé por mail al diario: ‘Roque, esto es lo que hay’ le dije”.

Poco después del envío, Gloria recibió un nuevo llamado de Roque Casciero: en la Dirección del diario habían decidido que aquellas líneas no podían ir “adentro” (páginas interiores) sino que merecían ir directamente en tapa. Así fue.
El resultado que devino portada ese 9 de febrero resuena e impregna. El músico, el poeta, el exacto “fluir” que era él, se había convertido en texto: otro milagro spinetteano; esta vez, a través de la cronista que tanto Luis nos había dado en sus notas.
Tal como fueron publicadas, tomamos prestadas esas líneas (a Gloria y a los colegas de P12) para compartirlas aquí, a continuación.
agua
Por Gloria Guerrero
Y ahora por qué. Y cómo. Todos hablan ahogados.
Y vivimos remando contracorriente los tontos, los locos lindos, y a los que nadan contracorriente el río los lleva igual –se sabe–; igual los arrastra. Pero a los otros, a los que reman fácil y a favor de la corriente, a los que creen que no están siendo arrastrados, el río también los arrastra.
Pero Luis no rema.
Luis es el río.
Toda el agua está detrás de él, y delante de él.
Cuando alguien ha llorado mucho y demasiado, suele decirse que “ya no quedan lágrimas”.
No quedan lágrimas ahora, pero queda todo un río.
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