
Deneuve y Binoche, dos potencias del cine francés según Koreeda.
El director japonés Hirokazu Koreeda decidió por primera vez en su extensa carrera filmar fuera de su país, una decisión que lo retó a a mantener su impronta inmerso en otra cultura, en un desafío del que salió victorioso y en el que refleja con delicadeza la conflictiva relación madre-hija en suelo francés en «La verdad», filme que se estrena mañana en salas.
Si con «Del tal padre, tal hijo» Koreeda pisó fuerte en los festivales y con «Somos una familia» se consagró a nivel mundial, en esta cinta el nipón demostró que su propio lenguaje cinematográfico sabe trascender fronteras y que puede entenderse perfectamente con actrices tan ajenas a su cultura como Catherine Deneuve y Juliette Binoche.
En concreto, se trata de otra película en la que se adentra en los secretos y entuertos familiares, Fabianne (Deneuve) es una actriz consagrada, una de las más grandes de Francia, y está por presentar su autobiografía mientras realiza un papel menor en un filme de ciencia ficción.
En tamaño momento, su hija Lumir (Binoche) va a hacerle compañía junto a su marido e hija.
Desde el primer momento se nota la tensión que vive esta familia. En vez de salir a recibir a su hija que acaba de aterrizar desde Nueva York, Fabianne prefiere mantener una aburrida entrevista por la presentación de su libro. Ególatra y soberbia, solo le interesa la actuación y su rol en ella.

Binoche y Hawke juntos en este drama francés con toque japonés.
Planteado el primer acto en los primeros instantes de la película, Koreeda desliza el segundo para que comience el torbellino de reproches entre las dos protagonistas del filme. Como era de esperar de este «heredero» del cine de Yasujiro Ozu, el amor y la ternura nunca faltan en los planos.
Sin embargo, esta caída a Francia del director de «Nadie sabe» se dio entre la casualidad y la tenacidad por llevar adelante un proyecto que había nacido en 2003 para ser llevado al teatro en Japón, para, luego de languidecer en un cajón, ser resucitado en 2005 tras una charla entre el realizador y Binoche.
«La base del guion es una obra teatral que empecé a escribir en 2003. Todo ocurría una noche en el camarín de una actriz de teatro al final de su carrera. Acabé por transformar la obra de teatro en guion y contando la historia de una actriz de cine y de su hija, que abandonó su sueño de seguir los pasos de su madre», dijo Koreeda en una entrevista promocional a un medio europeo.
Fueron 14 los años que pasaron entre aquella charla con la oscarizada actriz hasta quedar proyecto pudo ver la luz de las salas de cine en su estreno en la apertura del Festival de Cine de Venecia de 2019.
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Trailer «La verdad»
Deneuve brilla en su papel y Binoche no queda lejos de los aplausos. Sus personajes se miden, se sorprenden; se abrazan y se pelean; pero nunca sin perder los estribos que una familia debe sostener.
También brilla la pequeña Clementine Grenier, quien con su gracia e indolencia es la única que trata a Fabianne como a una abuela y no como a una estrella del cine. Sutil y efectivo contrapeso con las tensiones y mentiras que los adultos dicen en toda la película.
«La película sobre todo habla de la mentira en sí y de la verdad. El acto de interpretar el cine es una verdad, no interpretamos igual en la vida. Los seres humanos dependemos de la mentira para soportar el día a día. Quería, sobre todo, hablar de si el acto de interpretar es una mentira o una verdad», sostuvo el director, quien también se hizo cargo del guion y del montaje de la cinta.
Así, luego de un primer acto que funciona como un recto al mentón y un segundo acto no menos efectivo, es cierto que al final se llega medio estirando un poco la relación de los personajes. Ya se sabe como funciona cada uno, cual es su motivación y qué quieren olvidar y, aquí, el director repite un par de veces la formula hasta que le da punto final.
Sin embargo, este desliz no le quita a la efectividad a una película que supo reunir a lo más alto del cine francés con uno de los mejores directores orientales de la actualidad, como si todas la barreras hubieran sido superadas una vez que se gritó «acción» en el plató. O como también dijo el director: «No fue demasiado complicado, aunque el idioma es diferente, el lenguaje cinematográfico es común en todo el mundo».
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