
Lorena Vega, responsable de esta versión de la novela de Ariana Harwicz.
La actriz Lorena Vega, directora de «Precoz», obra basada en la novela homónima de Ariana Harwicz protagonizada por Julieta Díaz y Tomás Wicz que desembarca mañana a las 20.30 en la sala porteña Dumont 4040, resaltó que la puesta «pone voz a otras zonas de la instancia de maternar, más íntimas o socialmente no aceptadas, pero también propone una mirada política más amplia sobre la marginalidad, la exclusión y las instituciones».
«El plano de lo maternal es muy político pero la obra tiene una mirada que lo excede, de lo institucional frente a las dificultades que pueden atravesar las diferentes humanidades y los diferentes modos de habitar la existencia: la obra hace una mirada con un bisturí sobre eso», señaló Vega a Télam días antes del esperado estreno.

Vega, Wicz y Díaz: juntos proponen «Precoz»
Es que corría 2018 cuando las productoras Flor Monfort y Natalia Kleiman le propusieron trabajar con «Precoz», la única novela de la trilogía de Harwicz («Matate amor» y «La débil mental») que no había sido llevada al teatro. Después vino 2020 y el resto es historia conocida.
«Ahora, gran parte del equipo estrenamos con dos años de trabajo encima y, en el caso de las productoras, tres», dice la actriz que actualmente protagoniza «Cautivas», de Mariano Tenconi Blanco, junto a Laura Paredes en el Teatro de la Ribera.
En la obra, que aborda el vínculo endogámico e incestuoso entre una madre y su hijo adolescente, el Estado aparece para reclamar a la madre sobre los cuidados al hijo pero no los ayudan, no los contienen, solo observan con indiferencia su vínculo intenso.
Sobre eso, en un comunicado de prensa Harwicz escribió: «¿Por qué el hijo debe crecer? ¿Por qué el hijo debe partir en scooter y hacerse punk o sátiro o drogadicto? ¿Por qué debe la madre envejecer antes que el hijo? ¿Quién dijo que eso es Ley? Precoz es una visión de muerte en la cocina, de muerte entre las piernas. Y también ese fulminante amor».
Vega no conocía el texto cuando la convidaron a participar y recuerda que lo leyó «de un tirón, con contradicciones, atracción, fascinación y rechazo».
«Y me parecía raro lo que me pasaba con el libro- agregó- me parecía raro asumir un trabajo que me generaba todo eso y tuve que hacer varias lecturas, releer y consultar cosas con las productoras y con la autora».
Télam: ¿Cómo fue el proceso de trabajo y de selección del elenco?
Lorena Vega: Primero conocí el material y propuse a Julieta y Tomás. Con ella nos conocíamos de «Juan y Eva», la película que protagonizó, y siempre decíamos que queríamos trabajar juntas; es una actriz que admiro y me convoca mucho su fuerza, su nivel de comprensión de la emocionalidad y estaba segura de que podía hacer el viaje con este personaje. Con Tomás ya había actuado, yo había hecho de su mamá en una serie y es un privilegio absoluto porque son brillantes y lo que hacen acá, independientemente de lo que le pasa a la gente con la obra, es increíble. Después, en diálogo con las productoras, armé todo el equipo creativo con gente afín porque era un material muy complejo.
T: ¿En qué sentido?
LV: Primero porque es una novela, no una obra de teatro, y es muy frondosa, profusa, tiene muchos momentos y espacios. Íbamos a hacer una adaptación al código teatral pero también una extracción de todo el arco que tiene, nuestro propio arco, elegir el recorrido y ese trabajo lo hicimos con Juan Ignacio Fernández, el dramaturgo a cargo de la adaptación y de darle voz al hijo, que en la novela no la tiene.
T: ¿Con qué tipo de historia se van a encontrar los espectadores?
LV: A mí me parece que está bueno que los espectadores vengan y vean ellos con qué se encuentran pero el otro día, en un ensayo general, estuvo Patricia Palmer, que es muy amiga de Julieta, y cuando terminó me dijo algo que me gustó mucho porque la define muy bien: «Contrariamente a lo que se puede pensar, no es una obra oscura, es luminosa, lo que pasa es que es muy honda».
T: ¿Qué balance hacés de la reapertura teatral?
LV: Cuando tuvimos la primera apertura en noviembre de 2020 notaba mucho más temor de la gente y ahora siento todo lo contrario. Que hay un aluvión, una necesidad, un goce, un disfrute muy grande y mucha asistencia. Que la tarea de haber pregonado que el teatro es un espacio seguro y cuidado, funcionó. Lo teatral tiene ese fuego del rito, de que es un hecho único presencial y me parece que tenemos una nueva conciencia de lo que significa poder habitarlo y lo que significa no tenerlo.
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